En la entrada anterior nos preguntábamos qué es esa victoria silenciosa que da título a
sendos comentarios. Pues bien, se trata de una serie de postulados de sentido
común que la sociedad asimila sin esfuerzo, por más que se niegue a reconocerlo al provenir de fuerzas nuevas de las que aún se desconfía. Lo
ilustro con tres ejemplos:
1. Una ley de transparencia que, siendo absolutamente
insuficiente, la ciudadanía ya reconoce como imprescindible, cuando antes, indefensos, nos
resignábamos y dábamos por válidos los privilegios que siempre han tenido los
altos cargos de gobierno, tanto a nivel estatal como a escala más local.
2. Una medida como la renta básica, traída al escenario
político por Podemos, que fue tildada de locura comunista, bolivariana,
demoníaca, antisistema y mil descalificaciones parecidas, es hoy tenida por
todos como una medida necesaria por solidaria y, en consecuencia, por justa.
3. Revocatoria del mandato. Esto, que a muchos les sonará a
ocurrencia, está recogido en numerosas democracias, tanto europeas como latinoamericanas,
así como en no pocos estados norteamericanos. Otra 'idea peregrina' propuesta
por Podemos y que, hoy, proclama el socialista Pedro Sánchez que lleva en su
programa electoral; consiste en someterse, a mitad de legislatura a un referéndum o moción de confianza que
decida su continuidad o salida de la presidencia del gobierno.
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Vergara |
La victoria silenciosa supone que la sociedad, aun sin ser consciente de
ello, asimila una serie de ideas, propuestas, políticas, medidas y convicciones
que han sido traídas a la opinión pública y que se acaban imponiendo en el
subconsciente colectivo debido a la innegable racionalidad de las mismas.
No importa que los que abanderan tales neo idealismos sean ultrajados
por el establishment y por un elevado porcentaje poblacional, porque lo que
permea hasta los huesos son sus postulados, rebosantes de lógica y justicia.
Da igual que a Podemos (y me refiero expresamente a este partido político porque ellos son los que encabezan una verdadera propuesta de correccion y cambio) se le trate de humillar y vejar permanentemente
con toda suerte de falacias y mentiras, más dignas de entramados mafiosos temerosos de perder
cotas de poder que de verdaderos políticos y periodistas. Y da igual porque
ante la cuestión que pone sobre la mesa acerca de la necesidad imperiosa de
acabar de una vez con la corrupción galopante que nos exhausta no hay
partidismo que albergue la suficiente fuerza opositora.
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Faro |
De este modo, al ‘pepero’ más retrógrado de este país le basta con ser
un ciudadano honrado y no encontrarse implicado en los negocios de aquellos políticos
deshonestos a los que vota para asumir con total naturalidad que los abusos que viene
cometiendo el PP son inaceptables, a pesar de que luego los siga votando; de igual manera que a un socialista de los
de casta y carnet, por más que busque excusas, en su fuero interno sabe que el PSOE
andaluz está repleto de ladrones que han saqueado las arcas públicas hasta el
límite.
Que insulten a Podemos (no cito a Ciudadanos, pues al ser más
conservadores y liberales incluso que el PP, no recibe ataques ideológicos
porque no ofrecen ningún cambio sustancial al sistema establecido) es, en el
fondo, lo de menos, porque el mensaje que aporta, al ser infalible, cala en las conciencias. Y
es de eso de lo que se trata. Nada consigue una mayoría absoluta si no se
gobierna con la legitimación y el respaldo social que otorga una ciudadanía
madura y responsable. Muy al contrario, hemos comprobado que las mayorías absolutistas sólo han servido
para imponer decretos que no han perseguido el bien común, sino favorecer negocietes a pequeña, mediana y gran escala, como vemos a diario en las
portadas.
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El último mono |
Por todo esto, ante semejante evidencia no caben ‘peros’
ni réplicas. Al final todos despotrican de Podemos, pero su esencia conecta
secretamente con la conciencia general, pues define y muestra una reacción
justa ante una situación de abuso insostenible que, afortunadamente, está
culminando su ciclo. Ese es el progreso, esa la vía que nos hará dejar atrás un modelo podrido para explorar nuevos caminos que, sin duda, son perecederos y habrá que volver a sustituir.
Y soy consciente de que Podemos no es el fin último ni la solución definitiva, sino una vía de escape, una salida de emergencia para huir de esta situación desesperada.
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